- Editorial:
- ESFERA DE LOS LIBROS,LA
- Año de edición:
- 2017
- Materia
- Narrativa española y latinoamericana
- ISBN:
- 978-84-9060-887-6
- Páginas:
- 368
- Encuadernación:
- RUSTICA
ALGÚN DÍA NO ES UN DÍA DE LA SEMANA
AGUIRRE, SOL
En un viaje a Nueva York, una atípica madre soltera decide emprender su particular camino hacia la felicidad.
El libro narra un año en la vida de Sofía, una mujer de 42 años, que vive en Madrid. En una visita a la Gran Manzana, toma una decisión: encontrar su lugar en el mundo. A lo largo de la historia, la acompañaremos en su cotidianidad, en sus viajes (geográficos y emocionales), y veremos cómo se enfrenta a sus miedos, a sus pasiones y a sí misma.
Sofía es cualquier persona que, en un momento dado, decide cuestionarse, replantear, desaprender, recordar lo que un día quiso ser y que, por cualquier razón, se quedó por el camino.
«Me llamo Sofía Miranda y no me peino, tengo una letra horrorosa, digo muchas palabrotas, odio cocinar, veo pelis malísimas que me encantan, tengo celulitis y una flaccidez en los brazos que es muy bestia. Soy madre soltera, adoptiva y doble. Solo sé que quiero vivir descalza el máximo tiempo posible (descalzos los pies y descalza la sesera) y que algún día no es un día de la semana, así que más me vale decidir YA». A mi lado hay dos señoras-chicas de cuarenta y pico con pinta de tener la casa superordenada. ¿Cómo es esa pinta? Pues van conjuntadas, planchadas, peinadas y hablan bajito. Me juego un ojo a que dejan cada cosa en su cajón, doblan perfectamente la ropa dentro de la bolsa del gimnasio y llevan unos neceseres tan completos como cuquis. Son de esas a las que yo admiro en el vestuario mientras embuto mi ropa sucia hecha una boñiga dentro de una mochila que siempre es demasiado pequeña y en la que nunca hubo un peine porque me paso los dedos por la melena y me quedo tan ancha. Mientras tecleo en mi portátil, intento adivinar qué echaré más de menos cuando me vaya de Nueva York e intuyo que serán mis paseos con Marina, las cenas con las chicas sobre el césped de Bryant Park, las pizzas de Eataly frente al Flatiron Building, las charlas interminables a la puerta del metro, las risas descontroladas. Y, sobre todo, echaré de menos a quien yo soy aquí, así que espero visitarme de vez en cuando.